viernes, 8 de enero de 2016

RABIETAS INFANTILES

                       S.O.S ¿Por qué surgen?, ¿qué puedo hacer al respecto?


 Hola a todos. Todos los años empezamos con nuevos propósitos: ir más al gimnasio, cuidar la alimentación, pasar más tiempo con nuestros hij@s, tener más paciencia con ellos... y muchas veces estos se quedan sin cumplir. Nosotras nos planteamos como reto para este año nuevo, manejar mejor las situaciones de rabietas. Seguro que a vosotr@s también os pasa, son la situación que más nos disgusta tener que vivir con nuestros hij@s. 

Pero...¿qué son las rabietas? Pues una de las formas de expresar el enfado que tienen los niños en edades comprendidas desde los 2 a los 6 años. Es por tanto una conducta normal en su desarrollo, pero que mal gestionada produce desajustes en el niño. En este etapa evolutiva están intentando establecer su individualidad y quieren hacerlo todo a su manera o no como se le pide.

Y...¿Por qué surgen las rabietas? Ocurren siempre por algún motivo… porque están cansados, por estar enfadados, por desear algo que no pueden tener, etc. Se trata de un comportamiento inadecuado en el que el niño debe aprender que esta actitud no le lleva a conseguir su objetivo. Y nosotros como adultos, tenemos que enseñarles a gestionar y expresar estas emociones de la forma correcta.

Entonces, ¿cómo puedo evitarlas? Es importante que el niño tenga unas rutinas y normas fijadas de antemano. Además hay que anticipar lo que va a ocurrir y lo que se espera de él e intentar averiguar ante qué situación desencadena la rabieta y si se puede evitarla. 

Pero...¿cómo actúo ante una rabieta? ¡Toma nota de esto!

  1. Se firme ante la decisión que has tomado: si nuestra decisión ha sido un NO ante una situación, que la rabieta no nos haga cambiar de opinión. Los padres debemos estar de acuerdo y trabajar en la misma línea.
  2. Ignorar la pataleta: el objetivo más común de la rabieta es llamar la atención, si ignoramos esta actitud, le enseñamos que de esta manera no va a conseguir lo que desea.
  3. Mantener la calma: el que te enfades y grites solo empeora la situación. Hay que recordar que el objetivo es que el niño se calme y hay que darle un modelo de comportamiento adecuado.
  4. Advertirle de que su comportamiento no es el esperado: hablarle despacio y explicarle qué le atenderemos cuando su actitud sea la esperada, dándole la instrucción una sola vez.
  5. Dejar al niño solo ante la rabieta: si el niño se encuentra en un lugar seguro, lo conveniente es salir de la habitación, para que el niño canalice sus emociones. Si la rabieta persiste, deberemos volver a la habitación para comprobar que el niño está bien y preguntarle si está más tranquilo.
¿Una vez ha terminado la rabieta, cómo actuamos?

  1. Elogia cuando se haya calmado: abrázalo y refuerza su tranquilidad (cómo me gusta que te hayas calmado).
  2. Dialoga con él: una vez se ha calmado preguntarle porque se ha enfadado, si cree que ha actuado correctamente y explicarle cómo debería haberse comportado. Es importante que el niño lo verbalice y exprese sus emociones.
  3. Enséñale a pedir perdón por su mal comportamiento. 
Y...¿qué no debemos hacer?

  1. No ceder ante una rabieta: si cedemos ante una rabieta el niño aprende que con este comportamiento consigue lo que quiere.
  2. No castigar: una vez se ha calmado, el incidente se queda ahí.
  3. No contar a los demás lo ocurrido estando él presente, porque le damos más importancia de la que tiene y se le suele recriminar su actitud nuevamente, cuando ya no es necesario. 

¿Hay estrategias que me ayuden a afrontar las rabietas? Claro que sí, aquí os explicamos algunas de ellas: 
  • Para canalizar las rabietas podemos utilizar los cuentos. Nos ayudarán a que el niño entienda su enfado, que se esperaba de él en ese momento y que cómo debe actuar en situaciones futuras. 
  •  Refuerzos positivos: alabanzas, atención, cariño, afecto.
  • Tiempo fuera: aislando al niño durante un periodo corto de tiempo (de 1 a 5 minutos), de las actividades que hacía y de las personas con las que estaba en esos momentos. Invitando al niño a pensar qué es lo que estaba haciendo mal y cómo tendría que estar haciéndolo.
  • Economía de fichas: mediante la administración de refuerzos, utilizando como intermediario tarjetas, fichas, pegatinas… estas son un refuerzo positivo porque después se podrán canjear por refuerzos materiales o sociales, ya pactados.
  • El contrato: se trata de un acuerdo negociado, formalizado por escrito y firmado por las partes interesadas. En él se explican las conductas a realizar y las consecuencias de no ejecutarlas.
  • Técnica de Premack: Realizar una actividad que le guste al niño después de que se haya dado la conducta que queremos reforza.
  • Relajación: basada en ejercicios de respiración, de tensión – distensión muscular y auto relajación como la técnica de la Tortuga. 
Os animamos a que pongáis en práctica estos consejos y que nos contéis qué tal os ha ido, así como vuestras dudas al respecto. Mucho ánimo, pues educar es un trabajo duro, pero que con el tiempo, nos da sus frutos y grandes recompensas: tener hijos felices. 

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